Este artículo es una respuesta a «Las ciudades densamente pobladas son la solución» de Javier J. Navarro para «El Blog salmón» (10 de enero 2012). Estoy de acuerdo con los comentarios vertidos en el artículo, en lo referenten a que las ciudades son más eficientes, tanto en el consumo de energía para calefacción, como en la instalación de servicios y uso más eficientes de transporte. En teroría las cosas deberían ser de la manera que se expresa en el artículo. Sin embargo si se pondera el caso de ciudades latinoamericanas con una población superior al millón de habitantes la realidad es otra.
La densidad poblacional de la que ya hemos hablado en anteriores entregas, puede resultar ser un indicador connveniente al momento de diseñar una solución en ingeniería. Considerese el caso de un proyecto de vivienda. No es igual la energía requerida para construir un edificio de apartamentos (construido principalmente de acero o de concreto) a construir una casa de adobe. Aquí ya no estoy tan seguro qué deja menos huella ecológica, aún considerando la vida útil de un edificio de apartamentos.
Podemos hablar ahora de disposición de excretas: en las ciudades se consume más energía en el tratamiento de aguas residuales que en las zonas rurales, principalmente por que la cantidad de desechos es tan grande que hace necesario un aporte adicional de energía al sistema, ya que éste no es capaz de autodepurarse, como sucede con letrinas aisladas. Si a esto añadimos el problema de las comunidades periurbanas, que no cuentan con servicios de tratamiento de aguas residuales y desechos, que sucede en la enorme mayoría de las ciudades latinoamericanas, vemos que la situción de generación de CO2 y Metano, subproductos de la quema de basura, no es en lo absoluto inferior a lade la zona rural.
En materia de trasporte, podríamos aducir una situación similar en el caso de los puertos o ciudades conectadas por servicios ferroviarios que permiten un eficiente suministro de cargas. La realidad de muchas ciudades de América Latina es otra muy diferente. Aunque muchas posean eficientes servicios de comunicación terrestre, marítimo o fluvial, no es de pasar desapercibido la enorme cantidad de energía fosil ultilizada en mantener funcionando una ciudad: el transporte de combustible, alimentos y el proceso del agua potable.
El problema es que las ciudades no son autosostenibles, aun necesitan de la parte rural para mantenerse vivas, y si ya sumamos las dos partes, tenemos el todo de las eficiencias y la teoría va por los suelos.
Las ideas expuestas en el artículo no están del todo descabelladas, pero si requieren un enfoque de planificación y voluntad política, que hasta el momento creo desconocido en América Latina. Sin embargo, será necesario comenzar a poner las barbas en remojo, ya que los recursos no van a ser eternos, ni vamos a tener siempre la capacidad de pagarlos. Quizás las ciudades densamente pobladas sean la solución, pero no así como están funcionando ahora. Hay que darle más pensamiento.