La Huella Hídrica

El concepto de huella hídrica, permite medir el volumen de agua dulce necesaria para producir los bienes y servicios que consume una determinada persona, empresa o país cada año.

La Huella Hídrica es un indicador que calcula toda el agua que se consumió y se contaminó para elaborar un producto, o para hacer funcionar una empresa, o para que una comunidad sobreviva. La huella del agua indica dónde, cuándo y cuánta agua se usa y busca mostrar la intervención humana en la limitada agua dulce que existe. Porque, de hecho, sabemos que el agua es finita. La dulce representa el 2% de la que hay en el mundo y, de ella, 70% está congelada en glaciares.

El concepto nació en 2002 gracias al científico de la UNESCOInstituto de Educación del Agua, Arjen Hoeskstra, quien dirige el Water Footprint Network y aplica la huella del agua tanto en la cadena de producción como en el abastecimiento diario.

 Toda esta información puede resultar muy útil al ciudadano si, en un futuro, llegaran a etiquetarse los productos conforme a su consumo de agua, como ya se ha hecho con otras etiquetas verdes en el mercado. Mientras tanto, la huella hídrica sirve para caer en la cuenta de importantes aspectos: los productos manufacturados necesitan más agua que los naturales, las dietas ricas en carnes suponen una huella hídrica mucho mayor que las dietas vegetarianas o que el consumo de todos los bienes y servicios está relacionado con el gasto de agua. De nada sirve ahorrar agua en el hogar si luego se mantienen hábitos de consumo insostenibles a otros niveles.

Pero la huella hídrica no sólo es un indicador para orientar el consumo, sino también un instrumento de análisis político a considerar en países con problemas de escasez de agua. Según el informe “Water Footprints of Nations”, elaborado por la UNESCO, el comercio internacional de agua (en forma de productos alimentarios o industriales) puede ser una solución muy válida para paliar los efectos de la sequía en determinados países, donde el cultivo de alimentos básicos requiere de sistemas de riego muy costosos en términos hídricos y muy poco rentables en términos económicos.

 Este nuevo concepto propone a los países áridos reducir la presión sobre los recursos disponibles importando los productos que requieren mayor cantidad de agua del exterior, y produciendo los bienes y servicios con menor consumo de agua. No se trata de inventar nada nuevo, sino de tener en cuenta este tipo de conceptos a la hora de tomar decisiones de planificación estratégica en sociedades cada vez más complejas y globalizadas. En el fondo, hablamos de una alternativa más para solucionar los graves problemas de escasez de agua que sufren muchas regiones del planeta. Siempre resultará más fácil y económico transportar productos que agua.

La idea de la huella hídrica se basa en el concepto del ‘agua virtual’. Esta fue definida a comienzos de la década de los 90 como el agua que contienen los productos, incluida toda aquella utilizada en su elaboración y manejo. Ahondando en esa definición, los diversos estudios sobre la huella hídrica distinguen también entre distintos tipos de consumo de agua y establecen una categoría de colores.

  • El agua azul es el agua de los ríos, lagos y acuíferos, que es la que los seres humanos han tratado de modificar en su provecho mediante las infraestructuras hidráulicas.
  • Agua verde es la que proviene de las precipitaciones y se incorpora al suelo.
  • El agua gris es el agua contaminada por los procesos productivos.

Como ejemplo, en el informe de la UNESCO se especifica que un pantalón vaquero de algodón emplea 4,900 litros de agua azul (para el proceso industrial), 4,450 litros de agua verde (para el cultivo) y 1,500 de agua gris (por los vertidos de la actividad).

En el siguiente cuadro puede verse el contenido de agua virtual de varios productos muy habituales en nuestra vida diaria:

Producto

Agua virtual (litros)

1 vaso de cerveza (250 ml)

75

1 vaso de leche (200 ml)

200

1 taza de café (125 ml)

140

1 taza de té (250 ml)

35

1 porción de pan (30 g)

40

1 porción de pan (30 g) con queso (10 g)

90

1 papa (patata) (100 g)

25

1 manzana (100 g)

70

1 camiseta de algodón (talla media, 500 g)

4100

1 hoja de papel A4 (80 g/m2)

10

1 vaso de vino (125 ml)

120

1 vaso de jugo de manzana (200 ml)

190

1 vaso de jugo de naranja (200 ml)

170

1 bolsa de papas fritas (200 g)

185

1 huevo (40 g)

135

1 hamburguesa (150 g)

2400

1 tomate (70 g)

13

1 naranja (100 g)

50

1 par de zapatos (piel de bovino)

8000

1 microchip (2 g)

32

Foto del avatar

Soy agrónomo creo en el manejo holístico aplicado a todos los aspectos de la vida... Ningún evento es aislado, su efecto tampoco... Actualmente trabajo utilizando la hidrología aplicada al desarrollo urbano (aplicando las enseñanzas de mis maestros en forma inversa :o) :o).

Comments (2)

  • Foto del avatar

    Reply Yuri Villavicencio-Fdez - 27 octubre, 2011

    Excelente artículo Amigo Eric, en realidad deberíamos estar de acuerdo en informarnos cuánta agua se requiere para los productos que consumimos, ahí veríamos si se afecta significativamente el consumo.

  • Reply Luis Osmar Vasquez Salgueiro - 28 octubre, 2011

    Muy buen artículo, en donde podemos conseguir mas datos de agua virtual de mas productos?

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad