En la segunda parte de esta serie, tratamos algunos de los aspectos técnicos y filosóficos que caracterizaron al Plan Cerdà, comparándolo con la propuesta de uno de sus principales oponentes, al igual que las críticas y oposición que el mismo sufrió antes, durante y después de su ejecución.
El Plan de Rovira i Trias vrs. El Plan Cerdà
Como mencionamos en la entrega de ayer, una vez que los liberales se hicieron del poder, la primera batalla para ensanchar a la ciudad de Barcelona, se libraría nuevamente en contra de las murallas y el cuartel, las que suceden entre las décadas de 1830 y 1840. (1)
Llegado el año de 1855, el Ayuntamiento de Barcelona se decide de manera inicial por el Plan desarrollado por Cerdà, quien era ya famoso por sus escritos pioneros en temas jurídicos y científicos en torno al desarrollo de las ciudades y la sociedad, algunos de los cuales tienen influencia en las legislaciones españolas sobre uso de suelo del siglo XX. (2)
Una vez que los burgueses tuvieron el Plan de Cerdà en sus manos, notaron que éste era muy generoso en su uso del suelo, ya que tenía un bajo factor de ocupación y por lo tanto una baja densidad poblacional máxima. Debido al conflicto de (con sus) intereses, se deciden por ejercer presión sobre el Ayuntamiento a fin que se someta el Plan del Ensanche a concurso en 1859, resultando ganador el arquitecto Antoni Rovira i Trias.
La figura a continuación muestra una comparación entre los dos planes:
El plan de Rovira es considerado por muchos como «conservador», en el sentido que implicaba una ocupación mucho mayor del terreno, con calles de sólo 12 m de ancho y edificios con una altura mayor, una sectorización social marcada en torno a la vieja ciudad y los nuevos asentamientos para la clase obrera en torno a ésta, extendiéndose de manera radial a este centro. También contemplaba una estructura en tres áreas, donde se combinaban los diferentes sectores de la población y sus actividades sociales con una lógica de barrios y jerarquización del espacio y de los servicios públicos.
Rovira planteaba su solución con un centro claro ubicado a la plaza de Cataluña, mientras que Cerdà trasladaba la centralidad hacia la plaza de la Glorias. El plan aportaba una solución para la plaza de Cataluña, cosa que no preveía el plan Cerdà. (3)
Pese a haberse realizado un concurso, el Gobierno de Madrid revoca la decisión del jurado del concurso e impone el Plan de Cerdà, mediante Real Decreto del 4 de Septiembre de 1860. Si bien Cerdà tuvo que hacer algunas conseciones a su Plan (se redujo ligeramente el ancho de las calles y se permitió el aumneto en el número de pisos, siempre y cuando no se entorpeciera el paso de la luz solar), los trabajos se iniciaron casi de inmediato.
El proyecto generó una amarga animadversión por parte del Ayuntamiento, de los grupos elitescos y del gremio de los Arquitectos hacia Cerdà, llegándose incluso a decir que éste no era catalán, que el ancho de las calles produciría grandes corrientes de viento que impedirían una vida comfortable y otras calumnias más. Las murmuraciones prosiguieron muchos años después de la implementación del Ensanche e incluso después de la muerte de Cerdà.
Algunos Criterios del Plan de Cerdà
El Plan propuesto por Cerdà era concebido a partir de los siguientes lineamientos:
- La ciudad sería una ciudad jardín con grandes espacios abiertos, con un árbol (de plátano) cada 8 m. Era partidario de la idea que la ciudad no debería tener un «centro» (al contrario del modelo de Rovira), sino que concebía la preferencia de un sistema en el que los obreros tuvieran que desplazarse lo menos posible hacia sus lugares de trabajo y de esparcimiento.
- Obsesionado por los aspectos higienistas que había estudiado en profundidad y disponiendo de una amplia libertad para configurar la ciudad, ya que el llano de Barcelona no tenía casi ninguna construcción, su estructura aprovecha al máximo la dirección de los vientos para facilitar la oxigenación y limpieza de la atmósfera.
- Los edificios deberían tener una altura máxima de tres pisos y estos deberían construirse viendo nada más en dos caras de la manzana, lo que permitía que se formaran plazas en el resto, donde niños y ancianos pudieran acudir sin necesidad de largos desplazamientos.
- Las calles deberían ser suficientemente holgadas (20,30 y 60 m inicialmente) y su ancho uniforme a lo largo de toda la ciudad, de acuerdo a la jerarquía. Como se aprecia en la Barcelona actual, una serie de diagonales hace más fluido el tránsito.
- Las manzanas (de 133.3 de lado) se construirían con ochavas a 15 m de las esquinas, que facilitasen la circulación en las esquinas.
REFERENCIAS
1.-Juanjo Romero Marín, «La Dramaturgia Social, Dios y fuego en la Barcelona del S XIX», 1998
2.-Wikipedia, Plan Cerdà, 2011
3.-Wikipedia, Distrito del Ensanche, 2011