Si aceptamos que el desarrollo sustentable es la capacidad de una sociedad o sistema para seguir funcionando indefinidamente, en el futuro sin ser forzado a declinar por el agotamiento o sobrecarga de los recursos fundamentales, de los cuales este sistema depende, entonces se tiene que reconocer que la sustentabilidad implica patrones de desarrollo y estilos de vida, que permitan resolver las necesidades de las actuales generaciones sin comprometer la posibilidad de que las próximas puedan también satisfacer las suyas, incluso aquellas necesidades que aun hoy son desconocidas.
Las ciudades forman parte del medio ambiente construido y creado por el hombre, y como tal, interactúan con el medio ambiente natural.
Según el modelo de desarrollo lineal y «productivista» imperante hasta hoy, el metabolismo lineal de las ciudades las convierte en consumidoras de recursos provenientes del medio natural, a la vez que depositan en éste, los desechos que en ellas se producen.
Esta situación conduce al agotamiento de recursos y la contaminación ambiental que caracterizan la crisis del mundo actual, cuando las necesidades del ecosistema urbano (que se alimenta de otros) sobrepasan las posibilidades de su territorio de influencia para reproducir los recursos y reciclar los desechos (lo que comúnmente se conoce como capacidad de carga).
la ciudad se ha convertido en el paisaje humanizado más espectacular, donde la acción del hombre alcanza su máxima intensidad aún en aspectos no visibles, como la composición del aire y el propio clima, y en otros más perceptibles, como ruidos, acumulación de residuos, aglomeraciones, consumo desmesurado de recursos no renovables, todo ello de gran repercusión ecológica sobre el entorno y sus habitantes.
Históricamente la arquitectura ha sido un hecho invasivo del medio ambiente, en búsqueda de una forma de protección del hombre, de las inclemencias del clima, del ataque de los animales, etc. Desde la generación y desarrollo de la ciudades (por excelencia lugares para el habitar donde el hombre ha solucionado su abastecimiento, refugio, conexiones, trabajo, salud etc.), el medio ambiente ha sufrido modificaciones invariables.
Los constantes cambios de la ciudad a lo largo de la historia evolutiva, como toda acción humana son expresadas y desarrolladas en un determinado espacio-tiempo y lo podemos denominar “hecho urbano”.
En los últimos 50 años hemos visto como nuestro planeta se degrada producto de la dependencia del habitante con su medio físico, tanto natural y artificial, y en los más recientes años hemos sido testigos de como el medio ambiente comienza a mostrar las secuelas:
- La contaminación
- Degradación de los suelos
- Tratamiento de residuos
- Agotamiento de energías
La ciudad ha llegado a un punto crítico en cuanto a su conformación, utilización y expansión. La ciudad hoy, a contracorriente de su origen y sus mejores características, es foco peligroso de contaminación y de las más diversas enfermedades, tanto para sus habitantes como para el medio ambiente.
Estudios elaborados por la ONU aseguran que, nuestros actuales patrones dominantes de producción y consumo, nos han llevado a un crecimiento, que es incompatible con los principios de sustentabilidad, a causa principalmente de dos factores:
- CRECIMIENTO POBLACIONAL
- CONSUMO DESMESURADO
Ambos factores generan graves problemas como el cambio climático: el efecto invernadero, destrucción de la capa de ozono, destrucción del medio natural, sobreexplotación de recursos, lluvias acidas, acumulación de tóxicos en el organismo, etc. y estos a su vez generan consecuencias al habitar; principalmente sanitarias, económicas y sociales.