El diseño del espacio público debe ser lo suficientemente flexible como para facilitar el acceso de “todos los usuarios”, siendo más universal, cuanto mayor es el abanico de población a la que satisface.
La formación en accesibilidad universal siguiendo métodos tradicionales, basados en el estudio teórico y abstracto de la normativa conduce a profesionales que no incorporan “a priori” el diseño, sino que primero “proyectan” y luego “adaptan” soluciones estandarizadas, carentes de imaginación. Por ello fomentamos un aprendizaje directo y experimental, primero “hay que comprender” para luego “proyectar”.
Desde un punto de vista sensorial, la ciudad es entendida como un fenómeno visual, como un paisaje. Cuando la percepción visual desaparece, se desarrollan “los otros sentidos”, al igual que cuando la motricidad se limita, se intensifica el reconocimiento de la topografía urbana.
Los diseños que se proponen para innovar en el proyecto urbano parten de la propia experiencia sensorial. Con el tiempo nos hemos dado cuenta que el diseño universal enriquece la experiencia proyectual del espacio público, porque además de dotar de nuevas dimensiones al diseño visual, se comienza a proyectar con el oído, el tacto y el olfato, a medida que el espacio se convierte en pura fluidez. Por ello los diseños son más completos, más avanzados, más evolucionados que el diseño tradicional, monopolizado sólo por la vista, superando el propio concepto de “adaptado” por el de “integrado”.
El aspecto visual del diseño urbano evoluciona si se tiene en cuenta situaciones de falta de nitidez, que obligan a potenciar con mayor intensidad el color y el contraste necesario para su visualización. Paradójicamente, cuanto menor es la capacidad visual mayor es la necesidad de hacer una ciudad más viva y colorida, siendo ésta el verdadero motivo del diseño.
El oído transforma el ruido en un mapa mental de sensaciones cuando se explora por la ciudad, pero también puede ser motivo de orientación. El golpe de los bastones de los discapacitados visuales permite plantear texturas y elementos metálicos que puedan ser identificados por éstos en su movimiento de rastreo, sobre todo en los límites del acerado.
En lo referente al tacto, hay mucha sensibilidad por seleccionar modelos o formas de pavimento. Apostando en muchos casos por una textura perpendicular al paso normal del invidente y a favor del paso para indicar el tránsito de vehículos. Las líneas guías son un elemento básico del diseño, presentándose de forma autónoma, o asociada al acerado, o constituyendo por sí misma parte fundamental del proyecto al agrupar en su recorrido la mayor parte del mobiliario público. Además de que se pueden aprovechar las texturas de las arquetas del sistema de pluviales…
La jardinería en el espacio público, además de ser un elemento estético, introduce la dimensión del olor que nos acerca al mundo del olfato. Se puede crear un código de olores en la ciudad a través de plantas ornamentales que permita indicar a personas con discapacidad visual dónde se localizan los pasos de peatones o elementos referentes.