Descenso localizado o extenso del nivel de las aguas subterráneas
Por motivos hidráulicos, es imposible explotar aguas subterráneas sin reducir su nivel. No obstante, los puntos afectados y la extensión del descenso dependen de las condiciones locales, por ejemplo de la disposición de pozos, de la estructura y características del acuífero y de las condiciones de recarga. Las consecuencias típicas de un descenso del agua subterránea incluyen:
- Secado de humedales y de masas de agua ecológicamente importantes
- Reducción de la humedad en el suelo (capacidad de campo): alteración de determinadas especies de vegetación (incluida la modificación de la flora natural y de los cultivos, así como la formación de estepas) y modificación posterior de la población animal
- Agotamiento total de las reservas de agua subterránea en épocas de sequía prolongadas (secado de pozos)
- Secado de manantiales y de cursos de agua
- Asentamiento del terreno.
Los efectos ambientales ocasionados por un descenso de las aguas subterráneas suelen ser menores cuanto mayor sea la distancia entre la superficie del terreno y la superficie del acuífero antes de su explotación (>10 m).
Las medidas de protección ambiental destinadas a minimizar los efectos perjudiciales ocasionados por la explotación de aguas subterráneas se refieren, ante todo, a la selección acertada de emplazamientos, técnicas de construcción y modalidades de operación de los pozos. Asimismo, es posible prevenir o atenuar los efectos negativos de la sobreexplotación de un acuífero (descenso excesivo del nivel) promoviendo el uso eficiente del agua, aplicando medidas destinadas a regular el consumo en las distintas épocas del año (temporada seca, temporada de lluvias) e introduciendo tarifas y gravámenes dependientes del volumen de consumo.
Para aumentar la eficiencia de las medidas de protección ambiental y de saneamiento destinadas a contrarrestar los efectos de la extracción de aguas subterráneas, se requieren estudios hidrogeológicos preliminares y una evaluación del balance hídrico total (incluidas aguas subterráneas y superficiales). Además, es indispensable mantener instalaciones de medición y de control permanentes, cuya función consiste en:
- Mejorar continuamente las evaluaciones y ampliar los datos higiénicos e hidrogeológicos disponibles
- Vigilar los cambios que afectan a los recursos hídricos subterráneos (cantidad y calidad), mediante un control continuo de los niveles de los acuíferos, de su calidad y del volumen de extracción
- Registrar continuamente el derroche de agua en cualquiera de sus manifestaciones y las pérdidas de agua en los sistemas de abastecimiento por tuberías, utilizando instalaciones de medición permanentes (medición del consumo de agua en la zona, así como en pilas públicas y conexiones domiciliarias), a fin de tomar las medidas procedentes (reparación oportuna de daños, configuración de tarifas, imposición de sanciones a quienes desperdician agua)
- Restringir el volumen de suministro a determinados grupos de usuarios para asegurar el abastecimiento continuo de agua potable a la población (por ejemplo, en períodos de escasez)
- Rehabilitar las instalaciones de abastecimiento existentes (substitución de grifos averiados y de tuberías de distribución y domiciliarias defectuosas, reparación de depósitos y tanques domiciliarios, etc.), recurriendo para ello a un control continuo y a la recopilación y evaluación sistemática de datos e información
- Asegurar una ejecución eficiente de las medidas de rehabilitación basada en el control del logro de objetivos.