Las redes de distribución son una fuente potencial de efectos ambientales:
Debido al nivel técnico deficiente de los sistemas de abastecimiento de agua, especialmente en lo que concierne a las redes de distribución (calidad deficiente de los materiales y obras de tendido debido a una política equivocada de ‘bajos costos’), muchas ciudades registran un altísimo número de averías en los tramos subterráneos de la red. Mientras que el promedio de averías en las países industrializadaos es de 0.20 a 0.30 averías por kilómetro y año, en otras pueden registrarse hasta 9.10 averías.
En muchos casos, las pérdidas de agua ocasionadas por tuberías deficientes son varias veces mayores que el consumo.
Los sistemas de abastecimiento frecuentemente tienen que producir el volumen máximo de agua para el que están diseñados mucho antes de lo planificado, debido exclusivamente a las grandes pérdidas. En este caso, es imposible mantener el suministro durante las veinticuatro horas del día, por lo que se recurre al ‘abastecimiento intermitente’.
Cuando existen daños en las tuberías subterráneas, la interrupción temporal del suministro (‘abastecimiento intermitente’) produce un vacío en la red, el cual hace que penetre agua contaminada en la tubería, procedente de zanjas excavadas y cunetas mal selladas o rotas que conducen aguas residuales, así como de alcantarillas permeables, pozos sépticos defectuosos o rebosantes, rellenos sanitarios, depósitos de residuos tóxicos mal ejecutados, etc. Todo ello constituye un riesgo sanitario para la población.
Si no hay suficiente presión hidráulica en la red, o si los tanques de agua tratada no mantienen un flujo determinado, el agua tiende a estancarse y se inicia el proceso de putrefacción.
En muchos sistemas de distribución deficientes, la contaminación del agua suele ser tan grave que resulta difícil eliminarla, incluso aplicando altas dosis de desinfectantes (por ejemplo, de cloro) antes de introducir el agua en la red. En este caso, el agua sufre un fuerte deterioro orgánico entre el punto de alimentación de la red y la toma del consumidor, pudiendo convertirse en un riesgo sanitario permanente.
Las siguientes medidas contribuyen a minimizar los efectos de una distribución deficiente en los sistemas de tuberías:
- Evaluación crítica y adaptación de tecnologías desarrolladas en los países industrializados para reducir las pérdidas de agua, teniendo en cuenta las condiciones del país destinatario y las necesidades específicas (por ejemplo, uso de detectores para identificar pérdidas en tuberías de agua a baja presión, determinación del volumen de pérdidas en sistemas de suministro intermitente y medición del consumo zonal para determinar las pérdidas en zonas de distribución con dotación insuficiente de válvulas de compuerta e hidrantes)
- Instalación de sistemas apropiados de medición y de control y mejoramiento de la red (por ejemplo, instalación de válvulas de compuerta esenciales), a fin de vigilar constantemente el consumo, el desperdicio y las pérdidas de agua, identificar tomas ilegales y determinar la efectividad de las mejoras (reducción de pérdidas, etc.), comparando para ello las condiciones de alimentación y la presión disponible en las distintas zonas de distribución
- Registro del número de averías en las distintas zonas de abastecimiento de la red
- Definición de prioridades para mejorar de forma sostenida la distribución del agua en la red urbana (detección y reparación oportuna de daños, rehabilitación o renovación de tramos de tubería particularmente susceptibles a averías, etc.)
- Mejoramiento de la calidad del material empleado y de las obras de tendido en el sistema de distribución de agua
- Establecimiento de un régimen de abastecimiento continuo (con suficiente presión en la red las veinticuatro horas del día), después de haber mejorado el sistema de distribución
- Vigilancia de la calidad bacteriológica del agua (por ejemplo, de los excedentes de cloro) en las conexiones de los consumidores y/o en las pilas públicas.