En el sector de los áridos se está asistiendo a un cambio muy notable, en el que se ha pasado sin solución de continuidad de unas explotaciones de Cantera casi totalmente anárquicas en sus formas y planteamientos y donde bastaba con unas simples autorizaciones para iniciar los trabajos en el rubro de la minería, a un cúmulo de exigencias técnicas, de calidad, medioambientales, sociales, etc., que obligan al cumplimiento simultaneo de múltiples requisitos en el planteamiento y el desarrollo de un proyecto.
Además, las diferentes Administraciones sienten la necesidad de contar con los informes favorables de un amplio número de Asociaciones, cuya oposición, muchas veces, no tiene gran justificación o solidez técnica, además de imponer el requisito de integrar las labores extractivas dentro de la política de ordenación del territorio para un teórico uso más racional de éste.
Hasta hace relativamente poco tiempo, los áridos se consideraban como un recurso mineral y de escaso valor, razón por la cual las compañías mineras tradicionales no invertían en este sector. Sin embargo, la acelerada demanda de productos de cantera y las múltiples limitaciones, fundamentalmente de tipo ambiental, para la apertura de nuevas graveras y canteras, han hecho que estos materiales hayan pasado a tener un carácter agotable y, consecuentemente, a revalorizarse.