Continuamos con la XXXVII entrega del anecdotario del ingeniero Francisco Garza Mercado.
Muchos de mis relatos me vinieron espontáneamente a la memoria. Muchos otros, salvo chispazos ocasionales, se han perdido para siempre. La mayor parte proviene de mi curriculum, espulgado para dejar solo los nombres de los proyectos principales. En éstos los recuerdos empiezan a fluir en el momento en que escribo el título, obviamente algo borrosos e inexactos por el tiempo transcurrido. De algunos francamente casi no recuerdo nada.
Este es el caso de la cúpula del rastro. No recuerdo quien fue el cliente, el arquitecto, o la constructora. Sin embargo recuerdo el método constructivo, que creo vale la pena describir.
…
El edificio había empezado a construirse en alguna administración municipal anterior y ya se tenía construido el muro exterior circular cuando me contrataron para diseñar la cubierta. Se quería que fuera muy económica, pero sin ningún apoyo interior.
Los planos originales mostraban una cúpula de 20 m de diámetro, en forma de casquete esférico circular, muy rebajado. En ese tiempo, cúpulas como ésta no eran comunes. Se acostumbraban de concreto lleno, de unos 13 cm de espesor, con refuerzo circular y radial y un fuerte borde exterior circular. La cimbra de madera, por su forma esférica, no desarrollable, era complicada, con mucho desperdicio y muy costosa.
Tal vez por la economía que yo prometía, me dejaron hacer un experimento: propuse que se colara sin cimbra y con ferrocemento, es decir, con malla desplegada y enjarre, como un falso plafón, solo que definitivo.
Por su espesor, de solo unos 6 cm, pesó la mitad del original. El tensor exterior fue una canal metálica con la mitad de la carga original. El refuerzo, una parrilla de varilla corrugada de 5/8‖ a cada 50 cm, servía como forma y apoyo de dos mallas de metal desplegado, una a cada lado de dicha parrilla, que se enjarraron a mano.
Recuerdo que dibujé, en la planta del edificio, una cuadrícula de 1 x 1 m, poniendo en cada intersección un cuadrito (representando un poste de madera) y un número, que correspondía a la altura en ese punto. En una nota se pedía al carpintero formar torres de cuatro postes para mantenerlos en su lugar.
Los carpinteros empezaron por colocar en la obra todos los postes, unos 400 en total, a armarlos en torres y a cortarlos a la altura indicada. Ellos mismos deben haberse sorprendido mucho cuando, al terminar de cortarlos, se dibujó la cúpula en el aire, uniendo visualmente todos sus extremos superiores.
Se tendió una primera cuadrícula, apoyando las varillas de 5/8‖ sobre los postes. La segunda cuadrícula se formó con varilla en los centros de los claros de la anterior. Completándose la forma esférica.
Enseguida se tendieron dos mallas de metal desplegado, una abajo y otra arriba de la cuadrícula de varilla y se enjarró a mano, utilizando andamios móviles, por abajo, y caminando sobre la malla, por arriba, hasta quedar terminado el trabajo.
La cubierta debe haber costado la mitad de lo que originalmente se había presupuestado.
La gente dudaba que aquel inmenso plafón se mantuviera en pie al quitar los puntales. Empezaron por quitar la mitad, dejándolos a cada 2×2 m, luego la mitad de los anteriores, dejándolos a 4×4 m, y así sucesivamente hasta quitarlos todos y la cúpula se mantuvo en su sitio.
Y así permanece desde hace más de 35 años.