Continuamos con la XIV entrega del anecdotario del ingeniero Francisco Garza Mercado.
El estadio existente, con capacidad de unos 20 mil asientos, se había construido años atrás, al igual que muchos otros, excavando el área de la cancha y formando con el producto de las excavaciones un terraplén perimetral donde se asentaban las gradas, formando una especie de tazón. Se había dejado un ancho superior listo para una futura ampliación similar.
Tiempo después, al necesitarse tal ampliación para aumenta su capacidad a 40 mil asientos, la Universidad proyectó construir gradas elevadas soportadas en marcos de concreto reforzado, cuyas zapatas tendrían que apoyarse sobre el terraplén existente. Fue entonces que la constructora contratada para la obra me pidió realizar el diseño estructural.
Como paso inicial se tenía que revisar la estabilidad del terraplén para las sobrecargas de las nuevas zapatas; me ayudó en esto un ingeniero amigo, que impartía en la facultad de ingeniería civil la cátedra de mecánica de suelos, quien inclusive propuso a sus alumnos el problema como un ejercicio de resistencia de suelos. El resultado fue que el terraplén no estaba preparado para resistir esas concentraciones, y que las zapatas debían de desplantarse sobre pilotes.
Con el nuevo proyecto estructural avanzado, y cuando ya se habían empezado a precolar los pilotes, nos citaron, a mi cliente y a mí, para una controversia, en las oficinas del patronato del estadio: el constructor de los terraplenes existentes se había sentido afectado. Aducía que estos eran muy fuertes y podían resistir las nuevas cargas con facilidad. Se apoyaba en un prestigiado ingeniero, catedrático de la facultad y maestro mío durante el último año de mi carrera, a quien yo respetaba, y sigo respetando, profundamente.
Nosotros alegamos que no estábamos en contra del terraplén, cuya función como apoyo de las gradas había demostrado ser correcta y fuera de discusión. Decíamos solamente que dicho terraplén no había sido construido para resistir cargas de ampliaciones como la presente, y que sería peligroso, de acuerdo a los cálculos que aportamos, utilizarlos como desplante de zapatas.
El maestro, por su parte, afirmaba que nuestros números estaban manipulados para probar precisamente nuestra recomendación de pilotear, pero que, con solo cambiar algunos parámetros, ángulo de reposo o coeficiente de fricción, con los mismos números se llegaba a probar exactamente lo contrario.
Dado mi estilo por explicar mis cálculos con muchas palabras y pocos números, terminó el maestro con una frase tajante:
“El ingeniero Garza Mercado no hace memorias de cálculo… escribe novelas”, dejando clavada la impresión de que mis descripciones y cálculos eran puros cuentos.
El efecto fue fulminante. De nada nos sirvieron ya mis defensas a favor de pilotear, y perdí la discusión, pero, en lugar de ordenarnos sustituir los pilotes por zapatas, que era lo que procedía, simplemente le quitaron a mi cliente la obra y a mí la ingeniería, y se inició un nuevo proyecto estructural por ellos.
Para mediar en esta controversia, se llamó a un tercero, el que, más listo que todos nosotros, se quedó finalmente con el contrato de la construcción.
Tiempo después, estando la ampliación ya en servicio, se empezaron a agrietar muros de los baños y otras construcciones apoyadas sobre el antiguo terraplén, atestiguando, sin lugar a dudas. su asentamiento. En algún momento el agrietamiento se extendió a una parte de las gradas, seguramente por el asentamiento diferencial de las zapatas. Fue notorio entonces que se desmanteló toda una parte de las gradas, y se puso ahí el pizarrón marcador.
Poco después un amigo mío, que trabajaba con la constructora de la ampliación, me contó que todas las zapatas tuvieron que recimentarse… con pilotes.
La novela aquella se hizo realidad.
Después de todo no estuve yo tan equivocado.
Comments (6)
jose - 6 agosto, 2014
le «a tino» ing.
Maycol - 6 agosto, 2014
La frase “El ingeniero Garza Mercado no hace memorias de cálculo… escribe novelas” fue muy hilarante, pero la conclusión del proyecto le dio la razon. Exitos
fimf68 - 6 agosto, 2014
Vientos …
Franklin Puerta - 6 agosto, 2014
Le felicito ing. por que todo dependio de usted. y uno nunca debe de dudar de sus propias acciones…
Paty - 7 agosto, 2014
Casos como ese ocurren a menudo , el facilísmo, la reducción de costos y otros factores permiten que algunos proyectos no se lleven a cabo como debe ser. Sin embargo es bueno insistir en lo correcto y de no ser apoyado pues mejor retirarse y no ser parte de un error.
Jesús Cruz - 8 agosto, 2014
Ing Garza. Tuve en la facultad un catedrático y eminencia en diseño estructural que nos decía «diseñen a sentimiento» esto no sustituía cálculo alguno y tampoco era un factor de miedo, sino simplemente que el ingeniero diseñador de estructuras no ha de ser frío y calculador como una máquina, sino humano y conciente de sus convicciones. Lo felicito por esa decisión, si bien no realizó la obra, pero tiene la conciencia tranquila y como dijo Galileo Galilei «sin embargo… se mueve…»