El diseño del mobiliario urbano es un factor clave para minimizar el impacto ambiental de las ciudades. Investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), en colaboración con la empresa Inèdit (spin off de la UAB) y la UPC, han llevado a cabo un estudio que determina qué materiales son más adecuados para la construcción de las aceras.
Según el estudio, hormigón y asfalto son las soluciones más respetuosas con el medio ambiente, mientras que las aceras de granito, piedra natural mayoritaria en pavimentación exterior, son las que más energía consumen y las que más contribuyen a la emisión de gases efecto invernadero a lo largo de su ciclo de vida. La idoneidad ambiental de una u otra acera dependerá más del tipo de material utilizado que de la durabilidad del pavimento.
Para Estrategias para Reducir las Emisiones de Gases Efecto Invernadero en las Ciudades, el consumo de energía fósil y de emisiones de CO2 asociados al transporte urbano, en la planificación urbanística se suele poner mucho énfasis en promover los desplazamientos a pie, mediante la construcción de pavimentos adecuados, tanto desde el punto de vista técnico como económico y estético. Pero la construcción de estos pavimentos y su mantenimiento producen importantes consumos energéticos y gases de efecto invernadero que deben tenerse en cuenta en los balances ambientales asociados al fomento de la movilidad sostenible.
Un buen diseño de las aceras de las calles puede reducir en más de un 60% el impacto ambiental. El hormigón y el asfalto son los materiales que generan menos emisiones de gases de efecto invernadero. El granito es la solución más desfavorable para el medio ambiente.
Un equipo de investigadores de la Escuela de Ingeniería de la UAB, en colaboración con la empresaspin off de la UAB Inèdit y la Universitat Politècnica de Catalunya, ha añadido el estudio ambiental del ciclo de vida de los materiales de estos pavimentos para que el proceso de diseño sea realmente completo, si se pretende minimizar el impacto ambiental.
Los científicos han analizado tres tipos de materiales utilizados ampliamente en la construcción de aceras: losas de granito, losas de hormigón y asfalto. Han hecho un inventario de la aportación a la emisión de gases de efecto invernadero a lo largo del ciclo de vida completo de estos tres materiales, a partir de la energía consumida en todo el proceso de producción, transporte, construcción y mantenimiento. Para ello han contabilizado el impacto desde el momento de la fabricación de las losas, ya sea a partir de agregados en el caso del cemento del hormigón, o a partir del petróleo en el caso del asfalto; o desde la extracción y el procesado de la roca en el caso del granito; pasando por todo el período de transporte y colocación, así como por las sucesivas sustituciones de la capa más superficial del pavimento por mantenimiento y reparaciones; hasta la deconstrucción final de la acera.
Mientras el promedio de la vida útil del pavimento de granito y de hormigón está entre los 20 y los 45 años respectivamente, en el caso del asfalto está en tan sólo 15 años. Los investigadores han incorporado 9 escenarios de variabilidad de la vida útil para determinar cuál es el mejor pavimento, por qué y en qué condiciones.
Los resultados indican que la durabilidad de cada diseño tiene un papel fundamental en reducir la demanda total de energía y emisiones de CO2 de las aceras, pudiendo alcanzar reducciones del impacto ambiental de más del 60% en todos los casos.
Cuando se comparan diferentes diseños constructivos, las ganancias ambientales vienen determinadas por el tipo de materiales utilizados más que por la durabilidad de los pavimentos. En términos de contribución al calentamiento global, medida según una magnitud que los científicos llaman potencial de calentamiento global (Global Warming Potential o GWP), el estudio indica, para un período de análisis de 45 años, que las aceras de asfalto con una durabilidad de 15 años son la mejor solución para reducir las emisiones totales de CO2. Éstas emiten un 2.2% menos CO2 que las aceras de hormigón con una durabilidad de 35 años y un 22% menos CO2 que las aceras de granito de 45 años de durabilidad, aún suponiendo que las aceras de asfalto tienen dos veces más operaciones de mantenimiento y reparación .
Sólo cuando se prevé que la duración del pavimento de hormigón supere los 35 años, ésta es la solución más respetuosa con el medio ambiente. El granito, en cambio, debería durar mucho más de 45 años para reducir las emisiones asociadas a las aceras de asfalto y hormigón.
El estudio ha sido publicado en la revista Transportation Research y han participado los investigadores Juan-Manuel F. Mendoza, Jordi Oliver-Solà, Xavier Gabarrell y Joan Rieradevall, del Grupo SosteniPrA del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la UAB, de la empresa spin-off de la UAB Inèdit y del Departamento de Ingeniería Química de la UAB, en la Escuela de Ingeniería; junto con Alejandro Josa, del Departamento de Ingeniería del Terreno, Cartográfica y Geofísica y del Instituto de Sostenibilidad de la Universitat Politècnica de Catalunya.
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Comments (1)
William - 5 diciembre, 2016
me llama la atención de este articulo, ya que de otras fuente he leído y escuchado que solo producir el cemento que se utiliza para hacer el hormigo, genera CO2 y se dice que solo 5% de CO2 a nivel mundial las producen las fabricas de cementos, si esto es cierto, no creo que seguir haciendo construcciones con concreto resolvamos parte de las emisiones de CO2.
también hay información que el asfalto contribuye a las emisiones de CO2.
leyendo el articulo publicado, veo que la información que trasmite es que si construimos con asfalto o con concreto logramos minimizar las emisiones de CO2 si se garantiza un buen diseño… lo que pienso es que si los artículos que leí dicen la verdad de que el asfalto y el cemento en su producción emiten CO2, pues seguimos en la misma. no ayudamos en nada construyendo ni en asfalto ni en concreto.
ahora se que hay empresas que hablan de concreto verde, y que la producción del mismo minimiza la huya de carbono del cemento convencional, pienso que este material, solo seria un buen principio, minimizar a raíz desde la extracción de minerales hasta su producción la emisiones de CO2. como material sustituto para la construcción solo como una posible solución.