La influencia de la luz en los neurotransmisores cerebrales modifica la atención, el humor y el comportamiento. Según las investigaciones en neurociencia, la arquitectura de la luz afecta al rendimiento laboral y la salud humana.
Los “urbanitas” pasamos hasta el 80% del tiempo en entornos cerrados, casa, transporte o trabajo, unos recintos opacos, con poca o ninguna la luz solar. La óptica conoce desde hace tiempo que la luz condiciona la agudeza visual y la percepción de los colores. Hoy el estado de la investigación en neurociencia permite afirmar que la luz es biodinámica, pues afecta profundamente al sistema endocrino y a través de él a todos los sistemas biológicos. Especialmente, la ausencia de luz solar influye negativamente sobre el estado de ánimo y afecta a la capacidad del cerebro para el manejo rápido de la información. Por tanto la calidad de la iluminación artificial define una casa sana, y es significativa para la salud y el rendimiento laboral.
La iluminación usual en la casa y en el trabajo, mal diseñada, monótona y muy insuficiente, produce falta de atención, desánimo, depresión, e incrementa el estrés y la fatiga de la jornada, lo que es causa de accidentes, absentismo laboral y bajo rendimiento.
Para sentirnos despiertos y activos, precisamos una luz brillante de intensidad mayor que 800 a 1000 lux (llamado umbral “brigth ligth”), que dice a nuestro sistema nervioso que ya es de día, y nos despierta el ánimo, sin necesidad de estímulos químicos como café o tabaco. La fotobiología nos dice que la percepción de la luz brillante por la glándula pineal, inhibe la secreción de melatonina, la hormona del sueño, y proporciona al cerebro serotonina, la hormona de la actividad.
Generalmente se calcula la iluminación mínima para permitir la capacidad de lectura. En los ambientes interiores son usuales intensidades luminosas de 100 a 200 lux en pasillos, y 300 a 500 lux en cocinas o despachos. Niveles de iluminación insuficientes que no permiten superar la somnolencia y estar mentalmente despierto y alerta. Por contraste en plena Naturaleza encontramos desde 10.000 lux, en un día nublado, hasta 150.000 lux, a mediodía en pleno verano. Todos percibimos la inyección de energía, el Chi vital, que se capta al salir al exterior, cuando los rayos solares bañan nuestra piel. Inconscientemente, al tomar el Sol buscamos algo más que un bronceado.
Las baterías fluorescentes usuales tienen una frecuencia de parpadeo de 50 Hz. Esta pulsación óptica induce ondas cerebrales de estrés, ondas Beta, además de cansancio físico, cefaleas y fatiga visual. El estrés crónico causa una excesiva secreción de cortisol en el cerebro, matando millones de neuronas. Las reactancias, además, producen interferencias radioeléctricas, alteran las telecomunicaciones y sistemas informáticos, y son causa de una importante contaminación electromagnética (elektrosmog), que afecta a la salud.
En Bioconstrucción deben usarse reactancias electrónicas de alta frecuencia, que vibran a 20.000 Hz, eliminan la fatiga visual y el estrés al evitar el parpadeo del tubo, ya que éste no llega a apagarse completamente. Además producen un encendido instantáneo, al prescindir de cebadores y condensadores, ahorran energía eléctrica, alargan la vida de los tubos y eliminan el elektrosmog.
Comments (1)
adeluna100 - 8 marzo, 2012
Muy buen aporte, mil gracias por mantenerme informado.