Habitualmente, cuando pensamos en el fenómeno de la resonancia, aparecen en nuestras mentes imágenes de la famosa catástrofe del puente de Tacoma. Dichas imágenes nos recuerdan la capacidad destructora de dicho fenómeno cuando ocurre en estructuras civiles flexibles, como un puente colgante de acero.
El Tacoma Narrows abierto al público el 1º de Julio de 1940, fue diseñado para el cruce de 60.000 autos por día, tenía unos 2,5km de longitud aproximadamente y era el tercer puente más largo del mundo en el momento de la construcción. Rápidamente fue bautizado “Gertrudis galopante” debido a su temprana tendencia a oscilar, oscilación que apareció durante su construcción. “El día de su caída sufrió oscilaciones verticales de flexión de amplitud entre 0.5 y 1.0 metros, repitiéndose alrededor de 12 veces cada minuto, seguidas de movimientos de torsión cuya amplitud fue aumentando hasta alcanzar 8.5 metros, lo que suponía que el tablero se situaba con una inclinación de 45º respecto de su posición horizontal. Esta oscilación de repitió aproximadamente 14 veces por minuto hasta que finalmente se produjo el colapso.” (Hernández; Fernández y Irigoyen, Marzo 2005)
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Gracias a: Prof. Marcelo Vachetta, Prof. Álvaro Suárez, Ing. Gabriel Glisenti.
Comments (3)
Carlos Canales Luna - 22 julio, 2011
GRACIAS POR LA INFORMACIÓN, ES UNA PAGINA MUY BUENA.
Ing. Pedro Cabrera - 22 julio, 2011
Realmente eso es ingenieria felicitaciones por la publicacion
victor alfonso - 1 octubre, 2011
se hubiera evitado esta falla con un buen y calculado sistema de cables de contraventeo, anclados desde las margenes del cañón por salvar, se atuvieron a la acción gravitacional estabilizadora y no analizaron la intensidad de los vientos ráfaga que fueron los que a la postre ocasionaron la resonancia destructiva,por falta de sujeción.