Turborrotondas

Las rotondas parecen una buena solución para las intersecciones, pero muchos conductores las encuentran confusas. Según encuestas realizadas por la DGT en España, un 75% de los conductores no sabe circular correctamente en una rotonda, un 68% toma el carril inadecuado, un 77% no sabe distinguir entre el cambio de sentido y de circulación, y un 20% no utiliza para las luces intermitentes al entrar en una rotonda.

Las “turborrotondas” fueron desarrolladas en el año 1998, en Holanda, por Mr. L.G.H. Fortuijn, con el objetivo de “dar mayor fluidez y seguridad” a las glorietas. De esta manera se evitan los problemas que surgen en su utilización, que limitan su capacidad y perturban su correcto funcionamiento.

Las glorietas de varios carriles se instalaron en intersecciones donde el volumen de tráfico es tan elevado que supera la capacidad de una glorieta de un solo carril. En estas glorietas, en ocasiones, la confusión sobre qué vehículo tiene prioridad para salir de la glorieta conduce a colisiones; el diseño de las turbo-rotondas resuelve esta cuestión.

El elemento más importante de la turbo-rotonda es el carril en forma de espiral, marcado para eliminar la necesidad de invadir el carril adyacente. Como resultado aumenta la seguridad vial y la capacidad de la propia rotonda. En ellas, los conductores deben elegir su carril de giro y su destino antes de entrar, pues una vez dentro no hay posibilidad de invadir el carril adyacente; es decir, el conductor, una vez elegido el carril de salida, no podrá cambiarse.

Hay varias ciudades que han implementado estas rotondas, como en Santander y en Asturias.

El principio que rige la rotonda es claro, pero es necesario que el usuario sepa qué salida tomar y que los flujos de tráfico en las “patas” (entradas + salidas) estén compensados.

Con estas condiciones, no es recomendable instalarlas en zonas dónde los usuarios puedan cometer infracciones, invadiendo los carriles por falta de atención o información excesiva, y serán preferibles para rotondas con 4 salidas a lo sumo.

La implantación paulatina de estas rotondas y la educación vial necesaria pueden dar muy buenos resultados; sin embargo, debemos considerar que el conductor sistematiza los movimientos al entrar a una rotonda, y debería pensar antes de entrar si se trata de una rotonda normal, de una rotonda partida o de una turborrotonda. Probablemente tendría que haber una señalización vertical específica para informarle a los conductores con suficiente antelación de qué tipo se trata.

De esta manera se pueden reducir los porcentajes dados por la DGT, y se podría dar más información al usuario mediante señalización vertical para cualquier configuración de rotonda.

Autor: Ángel Ignacio Gascón García, docente del Máster de Diseño, Construcción y Mantenimiento de Carreteras de EADIC.

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