Desde la tragedia de Biescas, la riada que destruyó el camping de Las Nieves el 7 de agosto de 1996, situado sobre el cono de deyección del torrente de Arás justo antes de su desembocadura en el río Gállego, los científicos han seguido investigando cómo ayudar a los planificadores para prevenir o evitar este tipo de desastres. Para ello, es fundamental saber en qué zonas de un territorio pueden ocurrir eventos catastróficos de este tipo, y con qué frecuencia (o periodo de retorno) y magnitud (profundidad de agua, velocidad, energía) ocurrirán.
Desde la tragedia de Biescas, la riada que destruyó el camping de Las Nieves el 7 de agosto de 1996, situado sobre el cono de deyección del torrente de Arás justo antes de su desembocadura en el río Gállego, los científicos han seguido investigando cómo ayudar a los planificadores para prevenir o evitar este tipo de desastres. Para ello, es fundamental saber en qué zonas de un territorio pueden ocurrir eventos catastróficos de este tipo, y con qué frecuencia (o periodo de retorno) y magnitud (profundidad de agua, velocidad, energía) ocurrirán.
Sin embargo, estas cuencas montañosas no suelen tener instrumental meteorológico (pluviómetros) o hidrológico (estaciones de aforo) con series de datos suficientemente largas como para poder calcular de modo fiable cada cuánto tiempo ocurrirá un evento extraordinario. En estas circunstancias, es fundamental poder reconstruir los eventos que hayan ocurrido en el pasado (paleoinundaciones) para poder saber cómo serán en el futuro, y así poder prevenir los daños asociados.
La reconstrucción de avenidas del pasado tradicionalmente se hacía a partir de documentación histórica (normalmente incompleta en zonas montañosas), o con criterios geomorfológicos, esto es, de las formas del relieve y depósitos (bancos de arena) que generaron esas avenidas.
Y a partir de su disposición, con métodos hidráulicos, se intentaba calcular los caudales que llevaron esas paleoavenidas. Sin embargo, los modelos hidráulicos utilizados hasta ahora eran bastante rudimentarios y por ello los resultados de los caudales tenían altas incertidumbres e imprecisiones.
El nuevo método en el que han participado los investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), la Universidad de Castilla La Mancha, la Universidad Politécnica de Valencia y Ferrovial-Agromán parte de un modelo clásico conocido como “calado crítico”, que busca para hacer los cálculos lugares donde se produjeron cascadas en el torrente debido a saltos del lecho o bien a estrechamientos bruscos.
Mejorar la estimación de los caudales
La innovación consiste en mejorar la estimación de los caudales gracias a cálculos matemáticos repetitivos hasta que se localiza el punto exacto de donde se produjo ese calado crítico, lo que permite tener resultados exactos del caudal de esa avenida, su profundidad, velocidad, etc.; y además permite considerar en el cálculo la presencia de bloques, cantos y arenas que el agua suele arrastrar en este tipo de eventos torrenciales, y que son muchas veces los que producen los daños materiales y las pérdidas de vidas humanas.
Estas investigaciones cuentan con la financiación del Plan Nacional de I+D+i (Ministerio de Economía y Competitividad), a través del proyecto MAS Dendro-Avenidas, según la información del IGME recogida por DiCYT.
Además, la American Geophysical Union ha seleccionado el artículo como Research Spotlight (investigación destacada) en 2011. Sólo 30 artículos de los 480 publicados en 2011 (la revista recibió en el pasado año nada menos que 1154 manuscritos) ostentan ese reconocimiento.
Comments (3)
adeluna100 - 17 febrero, 2012
Mil gracias por la información.
VALENTIN ACUÑA HUAMAN - 1 junio, 2012
esta buenazo.. el médoto
Edvin - 2 abril, 2014
Muy bueno….. sabes dónde podría encontrar mas información acerca de este método?